En el paso entre los ochenta y los noventa se origina en Noruega una oleada del metal que, no solo por la música, pasaría a la historia como una de las más extremas. La infame primera oleada del black metal noruego, con la banda Mayhem a la cabeza, se vería involucrada en una serie de sucesos violentos que la pondrían en las primeras planas a nivel mundial, generando polémica y auténticas manifestaciones globales de paranoia satanista.
Los hechos comenzaron en 1991, con el suicidio de Per Yngve Ohlin, también conocido como Dead, primer vocalista de Mayhem. En la apartada cabaña que compartía con Øisten Aarseth, alias Euronymous, bajista, líder de la banda y fundador del movimiento, Ohlin pone fin a su vida cortándose las venas y disparándose con una escopeta en la cabeza. Euronymous, al encontrarlo horas después y antes de llamar a la policía, decide (o al menos eso cuenta la leyenda), tomar fotos del cadáver con una cámara desechable y tomar como recuerdos piezas de su cráneo que quedaron desperdigadas por la habitación.
Al suicidio de Dead siguieron, entre 1993 y 1997, la quema de más de 50 iglesias por toda Noruega, la profanación de miles de tumbas en ritos aparentemente satanistas y, en 1993, el truculento asesinato a cuchilladas del propio Euronymous a manos de Varg Vikernes, alias Conde Grishnak, bajista de Mayhem y líder de Burzum, responsable de las primeras quemas de iglesias y que disputaba con Euronymous el liderazgo del movimiento.
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Sangre, locura y black metal: Lords of Chaos, de Jonas Åkerlund
Por – Emilio Quintero
Esta disparatada y sangrienta historia es la anécdota que da origen al film Lords of Chaos (2018), del realizador sueco Jonas Åkerlund. Åkerlund es un director de videoclips extremadamente cotizado a nivel mundial, que ha trabajado con músicos del calibre de Madonna, The Rolling Stones y Coldplay. Desde el 2002 incursiona en la dirección de largometrajes con el film Spun, en el que desarrolla narrativamente esa estética tan característica de sus videoclips, a medio camino entre el preciosismo visual de los detalles y el morbo por lo perturbador y desagradable.
Esta estética atraviesa de principio a fin Lords of Chaos, su penúltimo film, protagonizado por Rory Culkin en el papel de Euronymous, Emory Cohen como Varg Vikernes y Jack Kilmer como Dead. Contado en gran medida desde la perspectiva y con la voz en off de Euronymous, el film abarca desde la formación de Mayhem hasta su asesinato, pasando por el suicidio de Dead, la fundación del sello Deathlike Silence y la quema de iglesias iniciada por Vikernes.
La mirada y el ritmo típicos de Åkerlund imprimen al film una cadencia que funciona la mayor parte del tiempo, pero que tiende a ralentizarse, quizá innecesariamente, en los momentos más escabrosos de la historia. Es comprensible que esto sea un intento por ubicar al espectador dentro del morbo por la muerte y lo siniestro que caracteriza a este género del metal, pero quizás pudo lograrse mejor sin atentar contra el ritmo general de la película, el cual, salvo por este detalle, resulta ser entretenido.
Son particularmente destacables las actuaciones de Culkin y Kilmer, quienes nos brindan el retrato de unos jóvenes confundidos, que, contrario a lo que se pueda imaginar, provenían de entornos familiares sanos y felices. Ambos están unidos por una amistad retorcida que se ve truncada por el suicidio, hecho este que deja a Euronymous con una mezcla de sentimientos que oscilan entre la culpa, la añoranza y la represión, emociones todas que el actor estadounidense logra transmitir de forma bastante convincente.
Quizás el principal problema de Lords of Chaos sea la falta de definición en cuanto al tono con el que nos es contada la historia. Son muchos los momentos en los que el relato está en clave de comedia, de caricatura, incluso. Por otro lado, ofrece momentos en los que sentimos compasión por las tragedias de los personajes y por las torpes decisiones que toman. Y, al mismo tiempo, pareciera ser una oda celebratoria del caos y la destrucción nihilista del black metal. Al terminar de verla queda, entonces, la confusión: no sabes bien si tenías que burlarte, compadecerte o sentirte identificado con ellos.
A pesar de esto, es un film que se puede ver con interés ya que recrea uno de los episodios más truculentos y absurdos de la historia de la música popular del siglo XX. Uno que quizás se le pueda escapar a los seguidores de corrientes más mainstream del metal o del rock en general. Un ejemplo más de los extremos a los que algunos creadores son capaces de llevar su obra, sus acciones y sus vidas en busca de una, a veces supuesta, a veces verdadera, autenticidad.
Lords of Chaos (2018, Reino Unido-Suecia)
Director: Jonas Åkerlund
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